La globalización es un fenómeno que nos permite tener todo el mundo a nuestro alcance, no físicamente pero sí de manera virtual. Lo que nuestros abuelos y hasta nuestros padres encontraron imposible o sumamente difícil de obtener, nosotros lo podemos alcanzar simplemente con abrir nuestra computadora.
Es algo que suena fascinante y todos los que hemos crecido inmersos en éste fenómeno social y económico, no imaginamos vivir de otra manera.
Pero todo éste bombardeo de información nos orilla a perder la sensibilidad hacia desastres naturales, guerras, problemas sociales, etc. Debido a su cotidianidad y al hecho de que han sido convertidos y rebajados a otro mensaje de texto en el celular o a otro "pop - up" en la pantalla del computador.
La globalización nos ha abierto las puertas hacia otras cosmovisiones; podemos conocer las generalidades de otras culturas cuando ni siquiera conocemos la nuestra. Viajar se ha vuelto algo muy sencillo, y ya no es tan sorprendente escuchar que alguien ha ido al otro lado del mundo y regresado casi inmediatamente.
Es evidente que la globalización está transformando, sino es que destruyendo, la identidad de las personas. Nos ha obligado a vivir rápidamente, a no involucrarnos, porque creemos que ya no es necesario tomarnos el tiempo para explorar de manera personal lo que nos rodea. Nuestro intermediario con el mundo se ha vuelto una máquina.
No niego que nos ha traído muchos beneficios, pero consigo también ha llegado la insensibilidad y pasividad. Nos está deshumanizando.
Hoy en día podemos decir que somos ciudadanos del mundo y no de donde residimos. Nos consideramos de todas partes y no de nuestra región. Ubicamos al mundo, más no lo conocemos.
Quiero pensar que seguimos a tiempo para cambiar la dirección que la globalización nos ha dado, para darle un mejor uso y responder diferente a toda la información que se nos brinda.
-Melissa Mosquera